Yineth Martínez tiene un oficio inusual para muchos de nosotros, ella trabaja desde hace 13 años en una funeraria. En medio de lo que es la vida, lo único certero que tenemos es que algún día vamos a morir. Aunque no sabemos el día y la hora, todos terminaremos yendo al lugar de trabajo de Yineth.
Dentro del contraste existente entre la vida y la muerte, lo que hace Yineth es prestar un servicio, al que pocos querríamos acceder, sí, pero que finalmente, en algún punto de la existencia estaremos en una funeraria. Y es que trabajar en un lugar donde todos los días los clientes ya no pertenecen a este plano, es todo un arte: preparar los cadáveres, vestirlos, transportarlos y en alguna medida, consolar a los dolientes del difunto. Incluso, aunque parezca irónico, hay que hablar con los muertos, tratarlos con mucho respeto a la hora de alistarlos y pedirles permiso para que se pueda llevar a cabo el sepelio sin contratiempos.
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Tal vez, el hecho de que la muerte sea lo único certero que tenemos en la vida y que algún día seamos los clientes de una funeraria, genera que la dualidad vida-muerte sea retratada en el cine y la música. La muerte en estas dos expresiones artísticas muestra muchas veces que dejar este mundo es algo muy triste, que llegar al final de la vida es agobiante, pero el viaje tendrá que terminar algún día.
En el cine vemos todo tipo de muertes: homicidios, naturales, suicidios, accidentales, pero en la mayoría de las películas donde vemos escenarios de muerte, se nos muestra el valor que tiene la vida a través de la función del arte y de la magia de la pantalla.
Por su parte, la música también nos enseña el valor de la vida y también lo mucho que la infravaloramos. Existen diversas composiciones que se refieren a la muerte como el final de un ciclo, donde éste también está cargado de tristeza. Pero más allá de canciones que recurren a la muerte como inspiración, hay un sin número de canciones que resaltan la importancia de la vida, la importancia de llevar una buena vida y de disfrutarla al máximo, porque después puede ser muy tarde.
Publicado por: Karla Torres
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